La comunidad latina en Asheville: una historia de amor

Two people dancing in crowd at Hola Asheville festival in downtown Asheville

En honor al mes de la herencia hispana, te contamos la historia de la migración latina a Western North Carolina a través de algunos de sus protagonistas.

La primera vez que llegué a Asheville estaba asustada. Mi inglés no era bueno y, entre todas las cosas que me daban miedo, mi peor pesadilla era no ser entendida. Una mañana me armé de valor y decidí caminar sola por West Asheville. En mi mente repetía palabras en inglés como un mantra: I would like a coffee, yes, just black regular coffee, no sugar, no cream, thank you. 

Apenas dije dos o tres palabras, la chica del café preguntó: ¿Hablas español? Sí, qué alivio. Enseguida me contó que ella no era latina, pero tenía muchos amigos latinos y había aprendido español porque le encantaba el idioma. 

Esa no fue la única vez que me sorprendería. Hoy, casi tres años después, y justo en el inicio del mes de la herencia hispana en Estados Unidos, estoy segura de que entre la comunidad latina y Asheville hay una historia de amor. 

Breve historia de la migración latina a Western North Carolina

La comunidad latina en Asheville todavía es joven. Al menos en la historia reciente es difícil encontrar migrantes latinos que lleven aquí más de 30 o 40 años. En la década del 80, por ejemplo, había solo dos restaurantes latinos: Dolores y José en West Asheville y Pedro’s Porch en Biltmore Village. También existía el stand de venta de burritos en el centro de la ciudad que luego se transformaría en el hoy famoso restaurante Salsa's.

Y míranos ahora: cientos de latines son dueños de sus propios negocios y muchos también son líderes empresariales en nuestra comunidad. Si nos centramos en restaurantes emprendidos por latines podemos contar más de dos docenas en los últimos años. En Asheville casi el 7 por ciento de la población es latina, mientras que en todo el estado el número supera al millón de personas. 

Tres décadas de migración han convertido a Asheville en una ciudad mucho más diversa, rica y multicultural. Estoy segura que puedes encontrarYoung girl eating Mexican street corn at Hola Asheville Festival nuestra latinidad en todas partes: en la comida, en el lenguaje hablado en las calles; en la cultura que se expande con música, libros, convivencias.

Pero la historia de la migración latina a esta zona es compleja y diversa. Para entender un poco más, me contacté con la antropóloga y profesora de la Universidad de Carolina del Norte, Hannah Gill, autora del libro “The Latino Migration Experience in North Carolina: New Roots in the Old North”. 

Hannah me explicó que el primer idioma europeo que se habló en Western North Carolina fue, de hecho, el español. La razón: las exploraciones en busca de oro de Hernando De Soto y su tripulación en 1530.

Más de cuatro siglos después, en los primeros años de la década de 1970, llegaron las primeras familias y trabajadores hispanoparlantes a las montañas apalaches. La inmigración estuvo relacionada a la fuerza laboral para la agricultura, como la industria de los pinos de Navidad o la cosecha de manzanas. Pero eso fue solo una de las razones. “En realidad fue una migración diversa que abarcó todos los estratos sociales: por ejemplo hubo reclutación de tecnicos y profesionales latinos para esta zona”, cuenta Hill.

La comunidad latina sigue creciendo. Hoy en día celebramos el festival anual Hola Asheville, reuniendo a cientos de personas para compartir laHola Asheville Festival música, los sabores y la cultura de más de 20 países de América Latina. Tenemos medios de comunicación latinos, incluyendo radio y medios impresos en español. Y, sobre todo, se puede sentir ese orgullo por continuar diversificando y expandiendo nuestra herencia latina en Asheville.

Conozcamos algunas de las historias de nuestros migrantes. 

Abriendo caminos: perfiles de migrantes emprendedores

Cecilia Marchesini holds restaurant menu and plate of food

Cecilia Marchesini nunca pensó en migrar de país hasta que Asheville se cruzó en su camino. Llegó desde Córdoba, Argentina, hasta las montañas de Carolina del Norte casi sin escalas. Era 1993 y, aunque venía de visita, se quedó para siempre. “Esta es mi casa”, dice esta mujer de 57 años, dueña y cocinera de Cecilia’s Kitchen, el restaurante que trajo las clásicas empanadas argentinas a Western North Carolina. 

Cecilia recuerda sobre todo tres cosas de sus primeros años: la comunidad latina era muy pequeña; casi nunca se cruzaba con otros hispanoparlantes; y para conseguir productos latinos había que tener información de primera mano. 

En contraste hoy, detrás de la barra de su restaurante en Merrimon Av., Cecilia dispara: “Todos quieren hablarme en español, tenemos cantidad de comida latina, de restaurantes peruanos, mexicanos, cubanos, venezolanos, de lo que quieras; y podemos comprar casi en cualquier mercado productos latinos”.

¿Qué es lo que más le gusta de Asheville? “Es una ciudad multicultural, bastante internacional y también súper acogedora, los americanos que viven acá son super abiertos y les encanta conocer sobre otras culturas”. Para Cecilia es claro: La comunidad latina no sólo está incorporada a Asheville, si no que también y, justamente, esa multiculturalidad es la escencia del pueblo. 

Era el invierno de 1999 cuando Macario Jímenez migró desde Puebla, en México, hasta Asheville, Carolina del Norte. Su recuerdo más nítido de esosChef Marcario Jimenez standing in kitchen of his food truck primeros tiempos es la barrera que sentía con el idioma. Macario no hablaba una palabra de inglés y, además, extrañaba demasiado a su país.

Para muchísimos migrantes latinos, tanto Cecilia primero, Macario después y yo al final de esta línea migratoria, quizá el desafío más grande es aprender otra lengua siendo adultos. “Pero yo pude hacerlo”, se enorgullece Macario mientras cocina sonriente sus famosas hamburguesas en su foodtruck llamado Sabora.

No es para menos: Macario no solo aprendió un nuevo idioma si no que también comenzó su propio negocio, animándose a dar ese salto en 2020, en plena pandemia.

“Le ponemos un toque latino a nuestras hamburguesas, no es solo la típica hamburguesa americana”, describe Macario y se puede ver la hamburguesa más pedida en su foodtruck: la “Sabora”, con chile poblano y pico de gallo.

"Cuando llegué aquí no había muchos hispanos", explica Macario. “Hoy siento que las cosas están mejor para nosotros. Cada día hay más oportunidades para la comunidad hispana y los negocios latinos”.

Si ves su food truck, hazte un favor y detente: prueba una de sus hamburguesas. ¿Mi recomendación? La hawaiana con cerdo y piña es tan buena que hasta te sientes un poquito tropical. Si no comes carne no te preocupes, Sabora tiene también hamburguesas vegetarianas de porotos negros o sanguches de tempeh.

Latinos y americanos

¿Qué es un lugar sino la gente que lo habita? La migración modifica el paisaje, los sabores, la lengua. Si un lugar es la gente que lo habita, hoy Asheville también es un poco latino.

La próxima vez que escuches hablar español en la calle, seas de origen latino o no, primera, segunda o tal vez tercera generación, recuerda que tu también estás invitado a celebrar nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra latinidad.

Ver la versión en inglés aquí >>

Updated January 22, 2024